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sábado, 12 de mayo de 2012

"Mi amiga la Reina"

Artículo de M. Yunnus en Vanity Fair


- Muhammad Yunus, economista y premio Nobel, es íntimo amigo de doña Sofía

- En este artículo, habla de una mujer comprometida con los problemas sociales







Poco se sabe de la Reina menos oficial, la que viaja sola y se mueve fuera del círculo familiar. ¿Qué le afecta? ¿Qué le preocupa? Coincidiendo con el 50 aniversario de su boda con el rey Juan Carlos, le pedimos a uno de sus mejores amigos, el economista y premio Nobel MUHAMMAD YUNUS, que nos haga un retrato íntimo de ella. Y publicamos las mejores fotografías —muchas inéditas— de doña Sofía. La vivienda era tan pequeña que apenas se podía entrar. La reina Sofía agachó la cabeza para pasar bajo el umbral de la puerta. En la penumbra adivinó la silueta de una persona tumbada en el suelo rodeada de niños. Nos dijeron que allí vivía una mujer que había dado a luz la víspera. Y la Reina no se atrevía a moverse por miedo a no ver al bebé y pisarlo. Así que se sentó en el suelo junto a aquella mujer. Hasta que trajeron una lámpara y pudimos ver al recién nacido. Entonces lo cogió en brazos. Sonrió. Y exclamó: “¡Qué hermoso!”. Yo me emocioné. Pensé en lo afortunado que era el pequeño, que pocas horas después de haber nacido estaba siendo mecido por la reina de España. No me lo podía creer. Sucedió en noviembre de 1996. Aquel fue su primer viaje a Bangladesh. Y también el comienzo de nuestra buena amistad. Pasó cuatro días conmigo recorriendo las aldeas de mi país. Mañana y tarde. Visitamos muchas casas como la de aquella mujer. La Reina tiene una empatía, un sentimiento especial por las mujeres pobres. Lo percibo cuando la veo con ellas. Se nota por cómo le afectan sus historias y cómo quiere ayudarlas. Siempre les pregunta por sus vidas. Le interesa saber cómo cuidan de sus hijos y cómo las tratan sus maridos. No se comporta como una reina, sino como una hermana con un interés sincero por sus vivencias. Y lo he podido comprobar muchas veces y en muchos sitios diferentes. Desde los suburbios de Nairobi a los barrios más pobres de Puebla, México. En Bangladesh, en India, en Indonesia... Todos son escenarios completamente diferentes al lugar donde la conocí. Fue en Bruselas, en 1993. Viajé allí para recibir el Premio Rey Balduino. La reina Fabiola organizó un almuerzo en el Palacio Real para todos los invitados y yo compartí mesa con ella. Enseguida empezamos a hablar sobre mis proyectos. Y ella mostró tanto interés y me hizo tantas preguntas que nos convertimos en el centro de atención de la mesa. Después de tantos años he aprendido a percatarme con rapidez de cuándo alguien siente un verdadero interés por lo que hago, o cuándo solo busca salir en la foto. La clave está en qué sucede tras una charla conmigo. Si realmente la persona se involucra y sigue adelante o no. Cuando noté que la Reina mostraba tantas inquietudes la invité a venir a Bangladesh. Así podría conocer sobre el terreno cómo funcionaban los proyectos con microcréditos. “Bueno, quizá debería ir”, me dijo al final de aquel almuerzo. Antes de despedirnos me devolvió la invitación y me pidió que fuera yo a Madrid, al Palacio de la Zarzuela, para seguir discutiendo sobre el tema. Lo hice dos meses después. Le llevé documentación para leer y le expliqué todo con detalle. Aquel día se comprometió a viajar a mi país en cuanto su agenda se lo permitiese. Desde entonces nos vemos todos los años en una o dos ocasiones. Cuando vuelo a Europa intentamos coincidir en las conferencias en las que participo y siempre que visito España me pide que la avise con antelación para poder hacer un hueco en su agenda. A veces trae a nuestros encuentros a algún miembro del Gobierno para que entienda, tal y como lo hace ella, mi mensaje y mis ideas. Se desenvuelve igual de bien en la alta política que en los niveles inferiores de la sociedad. La última vez que nos vimos fue en España, el pasado mes de noviembre, cuando celebramos en Valladolid la Cumbre Mundial del Microcrédito. Ella ha asistido a todas las citas desde 1997. Y en esta ocasión estaba especialmente feliz porque España era la anfitriona. Cuandos nos encontramos hablamos principalmente de temas relacionados con la pobreza, la situación económica de los países que me preocupan y las diferentes políticas que se pueden desarrollar en ellos. Sobre cómo se puede mejorar la ayuda al desarrollo que España presta. O incluso sobre la economía española. Así lo hicimos en el encuentro de noviembre. Ella estaba entonces muy preocupada por el desempleo, sobre todo el de los jóvenes, y me pidió consejo. “¿Qué podemos hacer?”, me preguntó. Yo le expliqué mi idea de las empresas sociales, uno de cuyos ejemplos es el Banco Grameen de Microcréditos que creé en 1983, que se puede aplicar para superar problemas sociales y además generar riqueza. A ella le interesó mucho e intentó entender el funcionamiento de este modelo de negocio, que ya se ha puesto en marcha en Alemania y está empezando también a dar sus frutos en el Reino Unido. La Reina quería saber cómo podría iniciarse en España. Le expliqué que esta es una buena solución para el país, pero primero hay que reunirse con los empresarios, detallarles en qué consiste y animarlos a que desarrollen esta nueva vía en paralelo a sus negocios tradicionales. Aquellos días en Valladolid fueron especiales también porque era la primera vez que nos veíamos desde que el año pasado pasado tuve problemas en Bangladesh [Yunus abandonó la dirección del Banco Grameen en mayo de 2011]. Entonces la Reina me mostró públicamente su respaldo. Con mucha fuerza. Nos apoyó a mí y a mi familia. Y a todos aquellos que habían participado de una u otra manera en el banco. Eso son millones de personas. Y todos estaban felices de que la doña Sofía diera ese paso al frente por mí. Yo no esperaba aquella reacción. Me sentí abrumado. Puedo decir que la Reina es una buena amiga. Mantenemos una relación cálida. Aunque ella es la Reina, por supuesto. Y eso se nota. Le gusta tener una relación libre con la gente. Y su calidez es palpable, pero al mismo tiempo se expresa siempre dentro de los límites que su posición conlleva. Su agenda es su agenda. Después de todo, tiene una posición en el Estado. Es la Reina

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