sábado, 26 de mayo de 2012
La Reina en Valencia
Doña Sofía guapísima y muy elegante ,ha entregado a Zubin Mehta el Premio del Consejo España-India y presidido la inauguración del Festival Mediterrani en el auditorio que lleva su nombre
La Reina inaugura en Madrid la feria 100x100 mascotas
Doña Sofía ha adoptado una perrita abandonada de tres años de nombre "Paquita"
El año pasado ya visitó la feria a título personal
Ha recibido un premio del Colegio de Veterinarios de Madrid que reconoce su compromiso en el bienestar y la protección de los animales
La reina ha inaugurado hoy la II Edición de la feria de animales de compañía 100x100 Mascota, donde ha decidido adoptar a 'Paquita', una perra de tres años, de raza mestiza, que fue abandonada el pasado mes de abril en la asociación Ladridos Vagabundos. Al comienzo del acto, doña Sofía, que ha estado acompañada por la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, y otras personalidades destacadas, ha recibido un premio del Colegio de Veterinarios de Madrid que reconoce su compromiso en el bienestar y la protección de los animales. Antes de visitar el expositor de la asociación de perros abandonados, Su Majestad ha recorrido los distintos espacios de la feria y ha podido observar una demostración de pruebas de agilidad de perros, una exhibición de "dog frisbee" o visitar la peluquería canina, en la que se ha parado a observar cómo los profesionales acicalan a los animales. Durante su recorrido, doña Sofía ha prestado especial atención a los expositores de centros de recogida y sociedades protectoras de animales, como el de Ladridos Vagabundos, donde se ha encariñado con 'Paquita'. La reina no ha dudado en adoptar a este perro, que hoy todavía no dormirá en el Palacio de la Zarzuela, pues debe cumplimentarse el trámite habitual de la adopción. 'Paquita' se unirá así a la colección de perros que tiene la Reina, cuya pasión por los animales es de sobra conocida y que en muchas ocasiones la hace viajar acompañada de sus mascotas.
jueves, 24 de mayo de 2012
martes, 22 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
lunes, 14 de mayo de 2012
Doña Sofía, de la paz del Palacio de Tatoi a ser un pilar de Zarzuela
Atractiva, muy culta, tímida, sencilla, disciplinada y exigente. Cabello castaño, ojos azules, nariz respingona, boca grande, de sonrisa fácil y cautivadora. La princesa Sofía (Atenas, 2 de noviembre de 1938) había coincidido en distintas ocasiones con don Juan Carlos (Roma, 5 de enero de 1938), hijo del heredero de la Corona española en el exilio.
Sin embargo, aquel mes de junio de 1961, cuando descubrió que el huésped alojado en su mismo hotel bajo el nombre del Duque de Gerona era el simpático español de los rizos rubios, la princesa tuvo la oportunidad de conocer realmente los sentimientos de un joven educado desde los nueve años lejos de su familia, con una formación militar y con un futuro incierto.
El día de la boda
Después del 20 de noviembre de 1975, tras ser proclamado Rey de España, don Juan Carlos y doña Sofía impulsan el proyecto con el que tantas veces habían soñado: la modernización de España de la mano de la monarquía parlamentaria
*Fermín J. Urbiola es periodista y escritor. Además, es biógrafo de la reina Sofía (La sonrisa que cautivó a España. Ed.LL) y de la reina Fabiola (Nacida para reina. Fabiola, una española en la corte de los belgas. Espasa)
sábado, 12 de mayo de 2012
"Mi amiga la Reina"
Artículo de M. Yunnus en Vanity Fair
- Muhammad Yunus, economista y premio Nobel, es íntimo amigo de doña Sofía
- En este artículo, habla de una mujer comprometida con los problemas sociales
Poco se sabe de la Reina menos oficial, la que viaja sola y se mueve fuera del círculo familiar. ¿Qué le afecta? ¿Qué le preocupa? Coincidiendo con el 50 aniversario de su boda con el rey Juan Carlos, le pedimos a uno de sus mejores amigos, el economista y premio Nobel MUHAMMAD YUNUS, que nos haga un retrato íntimo de ella. Y publicamos las mejores fotografías —muchas inéditas— de doña Sofía. La vivienda era tan pequeña que apenas se podía entrar. La reina Sofía agachó la cabeza para pasar bajo el umbral de la puerta. En la penumbra adivinó la silueta de una persona tumbada en el suelo rodeada de niños. Nos dijeron que allí vivía una mujer que había dado a luz la víspera. Y la Reina no se atrevía a moverse por miedo a no ver al bebé y pisarlo. Así que se sentó en el suelo junto a aquella mujer. Hasta que trajeron una lámpara y pudimos ver al recién nacido. Entonces lo cogió en brazos. Sonrió. Y exclamó: “¡Qué hermoso!”. Yo me emocioné. Pensé en lo afortunado que era el pequeño, que pocas horas después de haber nacido estaba siendo mecido por la reina de España. No me lo podía creer. Sucedió en noviembre de 1996. Aquel fue su primer viaje a Bangladesh. Y también el comienzo de nuestra buena amistad. Pasó cuatro días conmigo recorriendo las aldeas de mi país. Mañana y tarde. Visitamos muchas casas como la de aquella mujer. La Reina tiene una empatía, un sentimiento especial por las mujeres pobres. Lo percibo cuando la veo con ellas. Se nota por cómo le afectan sus historias y cómo quiere ayudarlas. Siempre les pregunta por sus vidas. Le interesa saber cómo cuidan de sus hijos y cómo las tratan sus maridos. No se comporta como una reina, sino como una hermana con un interés sincero por sus vivencias. Y lo he podido comprobar muchas veces y en muchos sitios diferentes. Desde los suburbios de Nairobi a los barrios más pobres de Puebla, México. En Bangladesh, en India, en Indonesia... Todos son escenarios completamente diferentes al lugar donde la conocí. Fue en Bruselas, en 1993. Viajé allí para recibir el Premio Rey Balduino. La reina Fabiola organizó un almuerzo en el Palacio Real para todos los invitados y yo compartí mesa con ella. Enseguida empezamos a hablar sobre mis proyectos. Y ella mostró tanto interés y me hizo tantas preguntas que nos convertimos en el centro de atención de la mesa. Después de tantos años he aprendido a percatarme con rapidez de cuándo alguien siente un verdadero interés por lo que hago, o cuándo solo busca salir en la foto. La clave está en qué sucede tras una charla conmigo. Si realmente la persona se involucra y sigue adelante o no. Cuando noté que la Reina mostraba tantas inquietudes la invité a venir a Bangladesh. Así podría conocer sobre el terreno cómo funcionaban los proyectos con microcréditos. “Bueno, quizá debería ir”, me dijo al final de aquel almuerzo. Antes de despedirnos me devolvió la invitación y me pidió que fuera yo a Madrid, al Palacio de la Zarzuela, para seguir discutiendo sobre el tema. Lo hice dos meses después. Le llevé documentación para leer y le expliqué todo con detalle. Aquel día se comprometió a viajar a mi país en cuanto su agenda se lo permitiese. Desde entonces nos vemos todos los años en una o dos ocasiones. Cuando vuelo a Europa intentamos coincidir en las conferencias en las que participo y siempre que visito España me pide que la avise con antelación para poder hacer un hueco en su agenda. A veces trae a nuestros encuentros a algún miembro del Gobierno para que entienda, tal y como lo hace ella, mi mensaje y mis ideas. Se desenvuelve igual de bien en la alta política que en los niveles inferiores de la sociedad. La última vez que nos vimos fue en España, el pasado mes de noviembre, cuando celebramos en Valladolid la Cumbre Mundial del Microcrédito. Ella ha asistido a todas las citas desde 1997. Y en esta ocasión estaba especialmente feliz porque España era la anfitriona. Cuandos nos encontramos hablamos principalmente de temas relacionados con la pobreza, la situación económica de los países que me preocupan y las diferentes políticas que se pueden desarrollar en ellos. Sobre cómo se puede mejorar la ayuda al desarrollo que España presta. O incluso sobre la economía española. Así lo hicimos en el encuentro de noviembre. Ella estaba entonces muy preocupada por el desempleo, sobre todo el de los jóvenes, y me pidió consejo. “¿Qué podemos hacer?”, me preguntó. Yo le expliqué mi idea de las empresas sociales, uno de cuyos ejemplos es el Banco Grameen de Microcréditos que creé en 1983, que se puede aplicar para superar problemas sociales y además generar riqueza. A ella le interesó mucho e intentó entender el funcionamiento de este modelo de negocio, que ya se ha puesto en marcha en Alemania y está empezando también a dar sus frutos en el Reino Unido. La Reina quería saber cómo podría iniciarse en España. Le expliqué que esta es una buena solución para el país, pero primero hay que reunirse con los empresarios, detallarles en qué consiste y animarlos a que desarrollen esta nueva vía en paralelo a sus negocios tradicionales. Aquellos días en Valladolid fueron especiales también porque era la primera vez que nos veíamos desde que el año pasado pasado tuve problemas en Bangladesh [Yunus abandonó la dirección del Banco Grameen en mayo de 2011]. Entonces la Reina me mostró públicamente su respaldo. Con mucha fuerza. Nos apoyó a mí y a mi familia. Y a todos aquellos que habían participado de una u otra manera en el banco. Eso son millones de personas. Y todos estaban felices de que la doña Sofía diera ese paso al frente por mí. Yo no esperaba aquella reacción. Me sentí abrumado. Puedo decir que la Reina es una buena amiga. Mantenemos una relación cálida. Aunque ella es la Reina, por supuesto. Y eso se nota. Le gusta tener una relación libre con la gente. Y su calidez es palpable, pero al mismo tiempo se expresa siempre dentro de los límites que su posición conlleva. Su agenda es su agenda. Después de todo, tiene una posición en el Estado. Es la Reina
- Muhammad Yunus, economista y premio Nobel, es íntimo amigo de doña Sofía
- En este artículo, habla de una mujer comprometida con los problemas sociales
Poco se sabe de la Reina menos oficial, la que viaja sola y se mueve fuera del círculo familiar. ¿Qué le afecta? ¿Qué le preocupa? Coincidiendo con el 50 aniversario de su boda con el rey Juan Carlos, le pedimos a uno de sus mejores amigos, el economista y premio Nobel MUHAMMAD YUNUS, que nos haga un retrato íntimo de ella. Y publicamos las mejores fotografías —muchas inéditas— de doña Sofía. La vivienda era tan pequeña que apenas se podía entrar. La reina Sofía agachó la cabeza para pasar bajo el umbral de la puerta. En la penumbra adivinó la silueta de una persona tumbada en el suelo rodeada de niños. Nos dijeron que allí vivía una mujer que había dado a luz la víspera. Y la Reina no se atrevía a moverse por miedo a no ver al bebé y pisarlo. Así que se sentó en el suelo junto a aquella mujer. Hasta que trajeron una lámpara y pudimos ver al recién nacido. Entonces lo cogió en brazos. Sonrió. Y exclamó: “¡Qué hermoso!”. Yo me emocioné. Pensé en lo afortunado que era el pequeño, que pocas horas después de haber nacido estaba siendo mecido por la reina de España. No me lo podía creer. Sucedió en noviembre de 1996. Aquel fue su primer viaje a Bangladesh. Y también el comienzo de nuestra buena amistad. Pasó cuatro días conmigo recorriendo las aldeas de mi país. Mañana y tarde. Visitamos muchas casas como la de aquella mujer. La Reina tiene una empatía, un sentimiento especial por las mujeres pobres. Lo percibo cuando la veo con ellas. Se nota por cómo le afectan sus historias y cómo quiere ayudarlas. Siempre les pregunta por sus vidas. Le interesa saber cómo cuidan de sus hijos y cómo las tratan sus maridos. No se comporta como una reina, sino como una hermana con un interés sincero por sus vivencias. Y lo he podido comprobar muchas veces y en muchos sitios diferentes. Desde los suburbios de Nairobi a los barrios más pobres de Puebla, México. En Bangladesh, en India, en Indonesia... Todos son escenarios completamente diferentes al lugar donde la conocí. Fue en Bruselas, en 1993. Viajé allí para recibir el Premio Rey Balduino. La reina Fabiola organizó un almuerzo en el Palacio Real para todos los invitados y yo compartí mesa con ella. Enseguida empezamos a hablar sobre mis proyectos. Y ella mostró tanto interés y me hizo tantas preguntas que nos convertimos en el centro de atención de la mesa. Después de tantos años he aprendido a percatarme con rapidez de cuándo alguien siente un verdadero interés por lo que hago, o cuándo solo busca salir en la foto. La clave está en qué sucede tras una charla conmigo. Si realmente la persona se involucra y sigue adelante o no. Cuando noté que la Reina mostraba tantas inquietudes la invité a venir a Bangladesh. Así podría conocer sobre el terreno cómo funcionaban los proyectos con microcréditos. “Bueno, quizá debería ir”, me dijo al final de aquel almuerzo. Antes de despedirnos me devolvió la invitación y me pidió que fuera yo a Madrid, al Palacio de la Zarzuela, para seguir discutiendo sobre el tema. Lo hice dos meses después. Le llevé documentación para leer y le expliqué todo con detalle. Aquel día se comprometió a viajar a mi país en cuanto su agenda se lo permitiese. Desde entonces nos vemos todos los años en una o dos ocasiones. Cuando vuelo a Europa intentamos coincidir en las conferencias en las que participo y siempre que visito España me pide que la avise con antelación para poder hacer un hueco en su agenda. A veces trae a nuestros encuentros a algún miembro del Gobierno para que entienda, tal y como lo hace ella, mi mensaje y mis ideas. Se desenvuelve igual de bien en la alta política que en los niveles inferiores de la sociedad. La última vez que nos vimos fue en España, el pasado mes de noviembre, cuando celebramos en Valladolid la Cumbre Mundial del Microcrédito. Ella ha asistido a todas las citas desde 1997. Y en esta ocasión estaba especialmente feliz porque España era la anfitriona. Cuandos nos encontramos hablamos principalmente de temas relacionados con la pobreza, la situación económica de los países que me preocupan y las diferentes políticas que se pueden desarrollar en ellos. Sobre cómo se puede mejorar la ayuda al desarrollo que España presta. O incluso sobre la economía española. Así lo hicimos en el encuentro de noviembre. Ella estaba entonces muy preocupada por el desempleo, sobre todo el de los jóvenes, y me pidió consejo. “¿Qué podemos hacer?”, me preguntó. Yo le expliqué mi idea de las empresas sociales, uno de cuyos ejemplos es el Banco Grameen de Microcréditos que creé en 1983, que se puede aplicar para superar problemas sociales y además generar riqueza. A ella le interesó mucho e intentó entender el funcionamiento de este modelo de negocio, que ya se ha puesto en marcha en Alemania y está empezando también a dar sus frutos en el Reino Unido. La Reina quería saber cómo podría iniciarse en España. Le expliqué que esta es una buena solución para el país, pero primero hay que reunirse con los empresarios, detallarles en qué consiste y animarlos a que desarrollen esta nueva vía en paralelo a sus negocios tradicionales. Aquellos días en Valladolid fueron especiales también porque era la primera vez que nos veíamos desde que el año pasado pasado tuve problemas en Bangladesh [Yunus abandonó la dirección del Banco Grameen en mayo de 2011]. Entonces la Reina me mostró públicamente su respaldo. Con mucha fuerza. Nos apoyó a mí y a mi familia. Y a todos aquellos que habían participado de una u otra manera en el banco. Eso son millones de personas. Y todos estaban felices de que la doña Sofía diera ese paso al frente por mí. Yo no esperaba aquella reacción. Me sentí abrumado. Puedo decir que la Reina es una buena amiga. Mantenemos una relación cálida. Aunque ella es la Reina, por supuesto. Y eso se nota. Le gusta tener una relación libre con la gente. Y su calidez es palpable, pero al mismo tiempo se expresa siempre dentro de los límites que su posición conlleva. Su agenda es su agenda. Después de todo, tiene una posición en el Estado. Es la Reina
viernes, 11 de mayo de 2012
jueves, 10 de mayo de 2012
La Reina reaparece tras su viaje a Washington
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