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miércoles, 12 de septiembre de 2012

La Reina de Mallorca


La Reina de Mallorca
Doña sofia, dueña y señora de Marivent durante todo el verano, asistió al acto de celebración del XXV aniversario de Projecte Home Balears

ESTEBAN MERCER No hay duda, la inmensa mayoría de observadores reales y no reales está de acuerdo en una sola cosa, y miren que es difícil, y es que en medio de la locura y absurdo que ha sido el verano de los Borbones, un verdadero despropósito, con los Príncipes desaparecidos casi un mes de la escena pública, no solo de Mallorca donde tienen casa natural para vacacionar aristocráticamente y con elegancia, si no de España, que es mucho peor, tal y como está el patio, los Urdangarines quejándose de lo malos que somos todos, la infanta Elena saliendo despavorida en cuanto comenzó la temporada de Letizia, de dos días, y el Rey trabajando a destajo para salvar lo que se pueda, la única que ha mantenido el tipo, como reina que es, ha sido Doña Sofía, dueña y señora de Marivent, única defensora de esa fortaleza para el descanso que no sabemos muy bien porque, aunque tarde o temprano lo averiguaremos, se ha convertido en maldita para la inmensa mayoría de los miembros de la Familia Real.

La reina se ha pasado el veranito entero en su casa mallorquina, haciendo lo de siempre, es decir, lo mismo de todos los veranos, que es salir a navegar, de compras, organizar visitas culturales y recibir a familiares europeos en plan informal a los que lleva a conocer la isla y sus rincones más emblemáticos. Pero la reina, que lo es las veinticuatro horas del día, también trabaja en vacaciones. Y trabajando parece que disfruta. Dónde se pudo comprobar, ese oficio de reina, que nadie de su familia ha sido capaz de aprender por lo que parece, fue en la celebración del XXV aniversario del Projecte Home Balears, donde Su Majestad demostró, en palabras del genial Javier Escobar, llevar tatuada una corona en el corazón. Escobar, que es único en esas cosas del cariño, conoce a la reina desde hace muchísimos años y la adora, con motivo. Y conoce, sobre todo, la inmensa amistad que la une a Tomeu Català, un hombre de iglesia de los que hacen que ésta tenga sentido. Quizás el mallorquín que más vidas y almas jóvenes ha salvado en los últimos veinticinco años. Ese día, tormentoso pero alegre, demostró una vez más de qué pasta están hechos los santos del siglo XXI. La celebración se quiso sencilla, y lo fue. Emotiva y se superó. Los invitados llegaron a Son Morro, la nueva sede todavía en obras, puntuales. Una amalgama de personalidades, públicas y privadas, encabezadas por José Ramón Bauzá y Mateo Isern, sin americana según estaba fijado en le Dress Code del acto, quizás el socialmente más importante del verano. Ya verán. Con ellos, Juan Manuel Moreno, secretario de Estado de Servicios Sociales. Políticos que unen a sus cargos elegancia natural y en el vestir. Hasta Francesc Antich ha mejorado, adelgazando y sonriendo. Como han cambiado los tiempos, y es que la convocatoria institucional tenía buen aspecto. Sanísimo además.

Caían chuzos de punta. Sonó el teléfono. Era la reina Doña Sofía que avisaba muy segura a su amigo Tomeu de que gracias a unos buenos vientos el cielo avisaba del final de la tormenta y que se disponía a venir como estaba previsto. Habría venido igual, estamos seguros. Llegaba la reina y comenzaba la fiesta soñada

Desapareció la lluvia y con ella el frío protocolo. Apareció la magia corriendo por el bonito parque. No fue un acto más, tampoco solemne en exceso y si sobradamente humano en el que una reina acudía a la llamada de un párroco de pueblo capaz con un grupo importante de profesionales de crear una organización dirigida con destreza por Juanma Quetglas que ha sido capaz de recuperar en estos 25 años a unos quince mil seres humanos. Y a sus familias
 La droga ataca donde más duele. Quizás por eso hace ya muchos años doña Sofía se presentó de improviso en la Vileta y pidió poder hablar con los internos en privado. Hablaron horas y horas. Nadie sabe de qué pero a esos jóvenes marcados por el estigma de la drogadicción esa tarde les cambió la vida para siempre.

Tomeu, en su gran tarde de fiesta y lluvia, la recibió con manos agradecidas y la mejor de sus sonrisas y la gente, la isla, acogió a su reina con todo el calor y el cariño que sabe dar a quien la quiere. Pidió desde el estrado, saltándose el protocolo un último empujón a esta nueva sede y llena de ternura saludó a todos los que quisieron acercarse. Se sabe observada, se ve en su mirada. Ha cambiado. Hay dolor, pero también mucha vida. Y muchos kilómetros recorridos. Muchas vidas en una sola. Cerca muchos familiares y voluntarios, terapeutas y toda la gran familia que es Projecte Home Balears, entre ellos Sergi Canal, Ramón Jover y la fiel Ulla Erikson desplegaban humanidad. Se fue la reina, con la diadema tatuada en el alma, camino de casa, camino de palacio, camino de Marivent. Su fortaleza. Quizás su terapia.


Fuente : Diario de Mallorca

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